El Leunar' Da Vinc' del Llobrega' aka Eduard Deza

¡Otra vez que no cobras!

Tiempo de lectura 2min

Vivimos en una sociedad surrealista digna de formar parte de un guion de los Monty Python.

Nos pasamos el puñetero día enganchados a pantallitas que nos enseñan de todo menos la puta realidad.

Las prisas se han instaurado entre nosotros como si de la invasión de los ultracuerpos se tratase.

Nada más despertar, te entran escalofríos al oir el tono de las narices. De camino al curro, las prisas te invaden, porque para variar, algún despistado se ha quedado tirado en la cuneta.

Llegas al trabajo intentando recobrar la calma perdida en el trayecto, y sin comerlo ni beberlo, entra el jefe de turno y te suelta las frases mágicas:

"¡Menos chachara y más trabajar! ¡No podemos tardar tanto! Venga, hay que saber hacer las cosas bien y rápido!"

Esperan de nosotros que seamos mejores, que demos el 1000x1000 cada día y por supuesto, que lo hagamos con una sonrisa de oreja a oreja.

Recuerdo como hace unos años, cuando trabajaba en una empresa de intermediación inmobiliaria, en una de mis visitas a una oficina, me comentaron un caso de lo más curioso.

La agencia había recibido el encargo de vender un inmueble que llevaba meses en el mercado.

El propietario había rebajado en varias ocasiones el precio del inmueble, publicado en todos los portales y dado todas las voces que podía.

Pero el piso ahí seguía, cogiendo polvo, sin conseguir una familia que lo llenase de vida.

Total, al final, el buen señor decide acudir a esta agencia y gestionar la venta con ellos.

Firman el típico contrato donde estipulan la pasta (gansa) que ganará la agencia al vender el inmueble. El señor, cansado de todo el tiempo que llevaba invertido sin conseguir ningún éxito, acepta encantado.

Así que ponen en marcha la maquinaria y en tan solo 48 horas consiguen una propuesta de compra.

El cliente estaba encantado.

¡Por fin iba a vender su inmueble!

Pero... ay amigo. Cuando llega el momento de pagarle a la agencia, el ya no tan buen señor entra en cólera. Claro, una agencia rápida, no era lo que esperaba cuando firmó tan contento... Al tener que soltar semejante cantidad por solo 48 horas de trabajo, se pone hecho una furia.

Por supuesto, le explicaron que esa rapidez no fue por arte de magia. El pago no era por 48 horas de trabajo, sino por años de experiencia y mejora.

Las cosas como son, al cliente se la bufó la explicación, pero no le quedó más remedio que pasar por caja.

Y esta es la sociedad en la que vivimos.

Un mundo donde penalizamos la excelencia, porque pensábamos que no se podía lograr.

Así que ya sabes, prepárate para hacer un descuentillo en pro de la eficiencia.

Es toda una incongruencia.

Pero ya lo dijo Einstein:

el tiempo es relativo…

Sin tiempo para andar mirando, ¿eh?
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