Cazando la liebre
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El día a día está lleno de imprevistos que, por mucho que intentemos capear, algunos terminan estallándonos en la puta cara.
Desde una mala decisión al volante que termina en drama, hasta aquella llamada del colegio que te pide que vayas a recoger a tu hijo/a porque tiene fiebre. Vamos, marrones que tenemos que afrontar.
Y claro, es normal que nos entre la mala leche. ¡Si es que te desmontan todos los planes en un segundo!
Lo que no es normal, o mejor dicho, no debería de serlo, es que te pongas a buscar culpables y echar en cara todo lo que se te pasa por la azotea.
Y no hace falta pensar en el trabajo para encontrar situaciones de este tipo.
Mismamente, cada tarde bajo al parque de al lado de casa con mis hijos. Ahí se juntan con sus amigos del cole y del barrio.
Tengo que decir, que por suerte divina, o por la gracia de gente bienaventurada que se anima a montar un negocio, tenemos un bar donde podemos tomar refrigerios, mientras los polluelos alzan el vuelo.
Como es lógico y normal, de vez en cuando (a veces más a menudo de lo que nos gustaría), los niños se enfadan entre ellos y empiezan las peleitas.
Los gritos llegan a nuestros oídos en forma de alarma y nos levantamos cual bombero ante una emergencia.
Y aquí viene el quid del asunto.
¿Por qué siempre saltamos con el clásico "quién ha empezado?"
Como si saberlo arreglara algo.
La realidad, es que da igual quién prendió la mecha, lo que cuenta, es como se resuelve la disputa.
Por supuesto, en el trabajo encontramos ejemplos por doquier.
Aquí te lo dejo a modo de reflexión personal.
Piensa una situación cualquiera que haya generado algún inconveniente.
Da igual, la que sea.
Ahora intenta hacer memoria (espero que las hiervas mágicas no hayan hecho estragos en tu cabecita) de la cronología de los hechos.
Creo que podría afirmar sin dudas a equivocarme, que en la mayoría de las veces fue:
- ¿Que ha pasado?
- ¿Quién era el responsable?
Es curioso como solemos volcar esfuerzos en saber quién fue el causante o simplemente, la persona encargada del asunto, en lugar de empezar por encontrar una solución.
Por que lo importante es como solucionamos y actuamos frente los imprevistos.
¿Quieres progresar? Pues deja de escarbar en el problema y céntrate en la solución.
Ya tendremos tiempo, una vez encauzadas las aguas, de hacer balance y con visión crítica, mejorar lo que toque.
Por que en la vida, como en los negocios, hay que avanzar y mejorar.
Y no olvides nunca,
que al mejor cazador, se le va la liebre